Darcy Borrero Batista
Sobre el autor
Darcy Borrero (Palma Soriano, 1993) es periodista a medio tiempo y contadora de historias a domicilio. Graduada por el Chino Heras, en 2015, del Centro Onelio (Jorge Cardoso) y en 2016 de la Facultad de Comunicación de la UH. De ambas escuelas proviene este libro (de madre y padre) al que amamantará como buena primeriza. Aunque hace prosa poética desde la primaria, recién empezó a escribir poesía. En algo no cambiará su voz poética: sigue detestando a los “literatos” y disiente de la militancia esnobista. No come pescado debido a un trauma familiar; considera que comerlo, a estas alturas, la podría convertir en pez a ella misma, y no sabe nadar... Tampoco aprendió a montar bici ni patineta, ni a rezarle a un dios llamado Messi. Vive, desde los diez años en un llega y pon upgradeado, de ahí su obsesión con la Planificación Física y la Vivienda. En ese tema se doctoró a la temprana edad de dieciséis. Le gustan las piernas de Madonna y desde ayer empezó a ponerle velas al santo Lennon. Es mención en poesía en la edición 50 del Premio David de la Uneac.
Eduardo Heras
Puesto que autorreseña suena a autoguiños y autobombo, al lector no le quedará otra opción que leer el libro para comprobar si lo que dice la autora puede tomarse por cierto. Ella, de cualquier modo, lo tiene muy claro: esto es apenas un camino. Testimonio a muchas voces, mosaico de entrevistas, retrato en plural o como quiera llamársele, esta obra existe por una incontenible necesidad de contar, en primer lugar, la vida del Chino Heras (La Habana, 1940, Premio Nacional de Literatura) desde dentro, con la mirada de quienes mejor lo conocen y acompañaron, de alguna forma, en los “años duros”, tiempos de hierro a altas temperaturas. Aquí se relata, por tanto, la aventura del campo cultural cubano desde los años 40 hasta la fecha; se revisan sus tejidos, fracturas, agujeros… Se diagnostican sus padecimientos. Nacido como tesis de licenciatura en Periodismo, este testimonio explora, mediante entrevistas a personalidades de las letras cubanas —Abel Prieto, Senel Paz, Francisco López Sacha, Cira Romero o el recientemente fallecido Guillermo Rodríguez Rivera—, las líneas de la política cultural cubana del último medio siglo y más. PD: Estas páginas comenzaron a escribirse en un aula, mientras el Chino impartía clases a un grupo bohemio y desenfadado que cree en la literatura como lo que es: un modo de vida. El único posible para ellos o, al menos, para la autora de esta locura.