Antonio Blas Najar
Sobre el autor
Cuando escogemos una lectura, leemos la biografía de ese escritor, buscando su currículo académico y valorando su pedigrí en busca de una calidad sobre lo que vamos a leer, desechamos la lectura de aquellos que somos como fantasmas literarios, sin biografía, los que por no tener, no tenemos ni estudios mas allá de los que nos a proporcionado el trabajo (desde los trece años en una fábrica) las vivencias, los errores, los fracasos o los sufrimientos. La calle ha sido la Universidad de muchos de los hijos de la post–guerra, la escasez y el hambre, cuando con nueve años se era mayor para ayudar a tus padres en el campo. Con cincuenta y cinco años aprendí a teclear un ordenador, desde entonces escribo: cinco novelas acabadas y un cuento, a falta de editar. Hoy cincuenta años después de empezar a trabajar escribo sobre lo vivido, escuchado, visto o pasado… Si bien Cervantes fue el manco del Lepanto, yo me he preguntado muchas veces, si al servir en un barco DD – 21 y con ese mismo nombre: Lepanto, no seré yo el cojo de Lepanto, al tener esa minusvalía por el trabajo. Anécdotas aparte. Valoramos lo conocido y no apreciamos lo desconocido, perdiéndonos vivencias, experiencias, aventuras… años de trabajo, ilusión, esfuerzo o inspiración de personas, de tantos otros como yo, que tal vez se perderán por el camino, por falta de un entorchado con el que la sociedad nos califica. Olvidando que la vida es trabajo, aprendizaje, vivencias o fracasos de muchos de los que nos rodean, y de los que también tenemos que aprender y no solo de los que triunfan. Antonio Blas Najar.
Cartas a un padre de un hijo que se droga
Un hijo puede defraudar a un a un padre, pero un padre nunca puede defraudar a un hijo. Tenemos derecho a decirles que se equivocan, pero no podemos imponerles ese derecho. Somos los padres responsables, no dueños de sus vidas. Nuestra obligación es que no les falte alimentación, educación, sustento, y aun en su emancipación, debemos seguir siendo padres. El autor.