Editorial Samarcanda
No hay leyes para escribir
  • Slider 2
  • Slider 3
  • Slider 4
  • Slider 5
  • Slider 6
  • Slider 7
  • Slider 8

Llega la segunda parte de El silencio de las plantas: El silencio del pasado

  border=

Imaginen de nuevo una lectura sanadora en la más literal extensión del término. ¿Es esto posible?, ¿puede un libro mejorar la salud de sus lectores, como si se tratase de una consulta hipocrática? Pues, miren, la respuesta es un sí rotundo y aquí les queremos hablar de una obra que cumple a la perfección con este perfil, El silencio del pasado.
Este libro es la continuación de El silencio de las plantas y con él seguiremos descubriendo historias emotivas que nos harán reír, llorar y sentir a través de la música.
Como psicóloga, Vera continúa creciendo junto a sus pacientes. Los acompaña día a día en la gestión de sus emociones para dar con la llave que abrirá la caja en la que vuelcan sus pesares, sus sentimientos velados, sus lágrimas subyacentes.
Las emociones son el punto en el que la mente y el cuerpo se encuentran. No se trata de huir del sufrimiento y alejarlo de nuestras vidas. Tampoco de hacerlo desaparecer. Son un ingrediente básico de la vida y, de la mano de Vera, el lector irá descubriendo las claves para gestionarlas.
El pasado da forma al mapa emocional que rige nuestros actos y esta lectura nos ayudará a conocernos a nosotros mismos, a impulsarnos para adquirir una actitud positiva y de resiliencia ante la vida y a enfrentarnos a nuestros propios retos.
Enia Ruiz de Castroviejo Álvarez. Nació en Sevilla en 1974 y estudió Psicología por la Universidad en la misma ciudad. Se dedicó durante varios años al ejercicio libre profesional y en 1999 se incorporó como psicooncóloga en la Asociación Española contra el Cáncer, dónde sigue desarrollando su trabajo. Enia sabe de lo que habla: su profesión le ha permitido acompañar a personas expuestas a situaciones límite y formar parte de sus vidas.
En estas dos novelas vuelca todo su conocimiento (académico y emocional) en un texto que también se oye, puesto que se hilvana a través de la música.