Editorial Samarcanda
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Roly Ávalos Díaz

Roly Ávalos Díaz

Sobre el autor

Roly Avalos Díaz (La Habana, 1988). Poeta, narrador, repentista, corrector y editor. Integrante del grupo poético-musical Los Pimienta. Licenciado en Comunicación Social. Fundador y egresado de la Cátedra Honorífica de Poesía Improvisada (Instituto Superior de Arte). Bachiller en Humanidades e Instructor de Arte de Teatro. Egresado del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, de La Habana. Graduado en el Seminario de Dramaturgia de la Casona de Línea. Miembro de la Asociación Hermanos Saíz. Textos suyos de diversos géneros aparecen en revistas, antologías y medios de prensa cubanos y de otros países como España, Colombia, México, Argentina, Ecuador y Estados Unidos. Ha recibido varios galardones nacionales e internacionales, entre los que destaca el premio en la modalidad «El Buscón» (para poetas menores de 30 años), en el «XXXIV Certamen Poético de la Orden Literaria “Francisco de Quevedo”». Desde septiembre de 2012 escribe en su blog Más poeta serás tú. www.poetadeleste.blogspot.com.

Mundo pañuelo

Mundo pañuelo interroga, cuestiona, escudriña y retrata, desde una visión descarnada y escéptica, la biografía interior de lo que somos, seres de carne y hueso hechos a la imagen y semejanza de nuestros congéneres. En sus páginas convergen disímiles métricas y estrofas (poemas en verso libre, en prosa, décimas octosílabas o endecasílabas…), así como registros metafóricos que exploran rincones de la condición humana, el ser social, el ser humano y el ser cubano. Autorreferencial, intertextual, en ocasiones sarcástico, lúdico, incómodo, políticamente incorrecto, con una fuerte voluntad de estilo, así como de su ruptura. Carece de subdivisiones o títulos (el primer verso de cada poema funciona como tal). El contenido y la forma conviven de manera circular. En Mundo pañuelo se duda con frecuencia y se padecen los insoslayables ardores de la juventud y el paso del tiempo, y se revisitan temas como la identidad, la familia, la vida y la muerte. La lectura de la musicalidad de sus versos deja un sabor agridulce que produce ganas de releer poesía, aunque duela.

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