René Camilo García Rivera
Sobre el autor
René Camilo García-Rivera (La Habana, 1992). En otro tiempo hubo de ser un pastor de cabras de Abisinia, un soldado prusiano, un poeta mexica. Ahora nació en La Habana más triste de la historia y trató que la tristeza no lo corroyera. Luego se marchó y aunque fue feliz piensa en ella. En 2016 se graduó de Periodismo en la UH; al otro año se fue a Concepción, Chile, a estudiar literatura. Ha soñado libros que olvida al despertar. Cree en el ayer y viaja hasta el origen. Ha publicado en medios periodísticos como Trabajadores, Oncuba, Juventud Rebelde, El Estornudo; y académicos, como La Colmena, Cathedra y Deslinde.
Naufragios de fin de siglo
La caída del Muro de Berlín en 1989 dejó a Cuba a la deriva con millones de naufragios personales: sus habitantes, marineros de la utopía socialista. La crisis económica —eufemísticamente nombrada por el gobierno Período Especial— transformó radicalmente la vida en una isla que, al decir de Zoé Valdés, “pretendía construir el paraíso”. ¿Y qué hacer cuando fracasa el proyecto de tu vida? O peor: ¿qué hacer cuando fracasa el proyecto de nación? Aferrarse a la barba de Fidel Castro, unos; lanzarse al mar en balsas, entre tiburones, otros; resistir las inclemencias del tiempo como las centenarias columnas carcomidas de la Habana Vieja, a la intemperie y desnudos en la noche sin fin, la mayoría. Apretar los dientes y remar. Naufragios de fin de siglo. Relatos, crónicas y entrevistas sobre el Período Especial en Cuba constituye un testimonio de estas experiencias. El libro brinda un retrato holístico de la sociedad cubana de la época, pues relata la historia de personas de diversa procedencia en lo social, demográfico y económico. Entre otros testimoniantes, se encuentran Alicia Quiala Silva, traductora de ruso en la frustrada central nuclear de Juraguá (Cienfuegos); José Luis Rodríguez, ministro de Finanzas y Precios (1993-1995) y de Economía y Planificación (1995-2009); el reconocido periodista José Alejandro Rodríguez, del diario nacional Juventud Rebelde; y los trabajadores de Minas de Matahambre (Pinar del Río), considerada en su tiempo el yacimiento de cobre en explotación más profundo del mundo, a más de 1.600 metros bajo el nivel de mar.