Manuel Garrido López
Sobre el autor
Manuel Garrido López nació en Morón de la Frontera el 15 de noviembre de 1924. Estudió en el Colegio Salesiano, donde brotó su afición por el teatro y la literatura. A los 27 años se traslada a Sevilla como empleado del Banco Central. En la capital ingresa en la institución “Galas Juveniles” como actor y autor de comedias infantiles. Al poco es reclamado por Radio Sevilla como actor, ejerciendo asimismo como autor de guiones y presentador de programas. En los años sesenta observa con inquietud la decadencia que las sevillanas experimentan, así que asume el reto de revitalizarlas: escribe letras y crea el dúo “Los Giraldillos”. A raíz de ahí, van surgiendo nuevos grupos como Los Tarantos, Los del Río, Los Romeros de la Puebla, Los Marismeños, Los Amigos de Gines…. Autor de cientos de sevillanas y otras tantas coplas que han sido interpretadas por artistas como Macarena del Río, Lolita Sevilla, El Peregil… De su repertorio de letras han alcanzado fama mundial las del Adiós, Pasa la vida, Sevilla se nos va, En Libertad… Su obra musical más conocida es “La Misa del Alba”, cuya salve final se ha convertido en un clásico en el Rocío. Tiene libros publicados, ha dado numerosos pregones y es, por encima de todo, un poeta del pueblo. Puede que el mejor del último medio siglo.
Mis caminos de El Rocío
Yo mismo tardé mucho en sentirme rociero. He cantado a la Madre de Dios con muchos de sus títulos, ya fuera de Gloria o como Dolorosa. Más en mis tribulaciones, en mis dudas, siempre he recurrido a Ella como auxilio seguro de los cristianos. Y el nombre de Rocío, la Blanca Paloma, Reina de las Marismas, me fue penetrando poco a poco, como esa lluvia menuda que apenas advertimos, llevados por otros pensamientos y que no llegamos a notar hasta que no la sentimos en la propia carne. He utilizado para realizar esta obra algunos de los muchos pregones por mí ofrecidos en distintas hermandades rocieras, con el único deseo de intentar expresar mi forma de ver y sentir mi amor por la Blanca Paloma. Nadie me enseñó a ser rociero. Fue la misma Virgen del Rocío quien me dijo: “Ven, que también hay sitio para ti en mi regazo". Manuel Garrido López