Editorial Samarcanda
No hay leyes para escribir
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Francisco Segundo Martínez Sosa

Francisco Segundo Martínez Sosa

Sobre el autor

Francisco Segundo Martínez Sosa (La Habana, 1961). Desde muy pequeño, el único refugio que encontró contra la violencia de que era objeto fue apartarse en un rincón a escribir cuentos y poesía. Desde el año 1990 padece de sida y es precisamente esta enfermedad la que lo hace enfrentar sus miedos y sacar al escritor que tenía encerrado en una gaveta, a pesar de estar por más de seis años en un sillón de ruedas. Se levantó y esgrimió con sus poemas y canciones al mundo. El locutor cubano Ricardo Viamontes lo descubre y lo lleva a la radio, donde declama sus poemas en Radio Ciudad de La Habana en programas como Brindis por lo nuestro y Contando estrellas, bautizándole con el seudónimo de Francisco-Frank, el rosadulce. Es creador de la letra de canciones que han sido utilizadas en vídeo clips para el Centro Nacional de las ITS en apoyo y respuesta a las campañas nacionales del VIH/SIDA. En el año 2014 su canción Por el linaje del amor devino himno de la campaña en repuesta y apoyo a los enfermos de sida, fue interpretada por 45 artistas representantes de las mejores voces del país.

Animal Rosadulce

Nada mejor que este autorretrato para presentar este poemario que, más que lírico, recoge la historia de un gay cubano, porque ser gay trae implícito discriminaciones, vejaciones, maltratos, y un sinnúmero de connotaciones que alimentan la palabra maldita HOMOFOBIA. Sin embargo, también significa valentía, supervivencia, hedonismo, alegría de vivir como indica este término inglés devenido universal. Ser cubano y vivir en la Cuba de finales del XX y principios del XXI es también un reto a la persistencia. Este libro trata un tema tan resbaladizo como el erotismo homosexual sin regodeos rayando en lo porno, sin perder el lirismo de la buena poesía; además, aborda la prostitución masculina que existe desde épocas antiguas, pero con las características e idiosincrasia cubanas. Pero ¡cuidado! porque va mucho más allá: aquí está el padre, el abuelo, el trabajador, el latinoamericano que, como José Martí, entiende la palabra Patria como humanidad. Dulce María Sotolongo

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