Francisco Pérez Gandul
Sobre el autor
Francisco Pérez Gandul (Sevilla, 1956) ejerció de periodista antes de fraile escritor en las páginas del diario ABC de Sevilla, del que fue redactor jefe y donde aún continúa como articulista. Su primera novela, Celda 211 (Premio Silverio Cañada a la mejor obra novel de la Semana Negra de Gijón de 2004), constituyó un gran éxito y su adaptación cinematográfica dio lugar a una de las mejores películas españolas de todos los tiempos, ganadora de ocho Goyas y entre las más taquilleras de la historia del cine nacional. Amante de la literatura negra y policial, del golf como practicante y del fútbol como espectador, ha recobrado el gusto por el jazz tras quince años y un día sin oírlo; una dura condena. Está casado y tiene dos hijos.
El bróker
Un desfalco en una firma financiera y la aparición de un cuerpo en una cuneta de una carretera de Cancún sirven al autor de la aclamada Celda 211 para construir otra trama apasionante que sumerge al lector en el lado oscuro del poder económico y policial, dos sectores de la sociedad de plena actualidad. Si Malamadre y Juan Oliver acabaron convirtiéndose en personajes para la historia literaria y cinematográfica española, ahora Bruno Silva, socio del bróker; Wie López, español-chino de segunda generación, y Lidia Salmerón, alto cargo del Gobierno, toman el relevo del presidiario y del funcionario novato para conducirnos, como lazarillos, por la vorágine de acontecimientos imprevisibles que desembocarán en un nudo y en un final dignos de las mejores páginas de suspense de todos los tiempos. Con un lenguaje directo, sin concesiones a florituras superfluas ni a descripciones prolijas encaminadas a rellenar páginas, Francisco Pérez Gandul nos hace reflexionar sin aburrirnos, nos emociona sin empalagar, nos entretiene sin empobrecer la narración. Cumple con lo que promete, toda una garantía en los tiempos que corren. El lector tiene en sus manos, pues, un thriller excepcional, con epicentro en el mayor rascacielos de Andalucía (aquellos con vértigo rogamos que se peguen a las paredes), que, a buen seguro, no tardará en ser adaptado para el cine.